LA PEDAGOGÍA WALDORF
SingularidadesEl talento de cada uno
Todos los niños tienen talento y cuando saben que los adultos de su alrededor, respetan estos talentos, pueden hacerlos salir y aportarlos a la sociedad. Mediante el conocimiento de uno mismo, la transmisión de valores como el coraje y el respeto o el aprendizaje artístico conjuntamente con el científico y ético, desarrolla en el niño todo su potencial y su talento personal.
El ritmo de cada niño
Los profesores Waldorf, acompañan a cada niño en su desarrollo individual, respetando en cada etapa el ritmo de crecimiento y aprendizaje. Este aprendizaje consiste en “regar la planta” vertiendo más agua a medida que se va creciendo. No se trata de llenar a los niños de contenidos huecos, sino de suscitar en ellos el interés por aprender, conquistando los conocimientos por ellos mismos.
La alegría en el aprendizaje y en esfuerzo
¡Aprender es un placer! A la inmensa mayoría de los alumnos de la Escuela Waldorf les gusta ir a la escuela. En los primeros años de un niño, la relación con la escuela influye mucho en la relación que tendrá en el futuro con las instituciones educativas, con su mundo laboral. Crecen con la imagen y la vivencia constante de que aprender y trabajar es agradable.
Educar en el físico, lo emocional y lo espiritual
La educación ha de respetar y donar soporte al desarrollo fisiológico, psíquico y emocional de cada etapa. Entre los 0 y 7 años, los niños se relacionan con el mundo físicamente. La etapa de 7 a 14 años es la de la comunicación, lo anímico y los sentimientos. Un buen desarrollo emocional en estos años, será garantía para un buen desarrollo intelectual en la última etapa, de los 14 a los 21 años.
El reto personal
La educación en la Pedagogía Waldorf es autoeducación, es mirarse uno dentro de uno mismo. Por un lado, vemos cosas que no nos gustan y, por otro, nos infunde seguridad y optimismo; ambas cosas son muy educativas para los niños y, además, nos permite avanzar en la creación de un mundo mejor. Los niños de las escuelas Waldorf adquieren un sentido de autovaloración a través del trabajo artístico, la educación emocional les da seguridad y capacidad de colaboración. Por eso compiten consigo mismos, no con el resto de compañeros, valorándose a cada uno según las posibilidades que tiene y no comparándolo con otro. De esta manera, el niño se encuentra constantemente en un buen equilibrio, entre estímulos positivos y tareas que están hechas a su medida: ni le aburren ni le son excesivamente difíciles.
Atención en lugar de exámenes
Es muy importante en la pedagogía Waldorf que los niños tengan desafíos en la educación y que el maestro sepa en qué punto se encuentra cada alumno. Pero la educación es integral y muchas cualidades decisivas en un niño (empatía, saber escuchar, saber trabajar en grupo, ser decidido,…) no se pueden evaluar con meros exámenes. En la educación Waldorf, un mismo tutor sigue al alumno en las materias principales durante muchos años, por tanto, no necesita hacer exámenes al uso para conocer su nivel. En la Escuela Waldorf, los maestros hacen un entrenamiento de observación integral del niño para poder comprenderlo mejor, día a día.
Colaboración maestros y familias
Los padres son los primeros maestros de los niños, por tanto, la colaboración de éstos con los maestros es fundamental, primordial. Se trata de encontrar soporte mutuo y soluciones conjuntas a las necesidades de los niños. Los padres participan en las tareas organizativas y de desarrollo de la escuela, así como en los cursos, talleres y actividades habituales del centro. El hecho de que haya una comunidad en que todos colaboren, hace que el niño no viva en dos entornos independientes. Esto lo hace sentir mejor y le hace ganar en fortaleza.
Narraciones
El aprendizaje en la pedagogía Waldorf, se entiende a partir de las narraciones. Einstein decía que si quieres que tu hijo sea sabio, explícale historias, y si quieres que sea más sabio todavía, explícale más historias. En la Escuela, las narraciones tienen un papel principal y el material de las narraciones se escoge cuidadosamente según la edad.
El entorno y el ritmo del año
El contacto con el entorno, el medio ambiente, la sociedad, se fomenta mediante la vivencia de los momentos que van marcando el ritmo del ciclo anual. Así, los niños, maestros y padres toman como una referencia los acontecimientos de la naturaleza y de la cultura del entorno donde se encuentran para ir celebrando el devenir del año.
Arte
El arte suscita el interés del niño, la base de su aprendizaje es el impulso lúdico, la creación. Todas las actividades creativas (la danza, el teatro, la jardinería, horticultura…) ayudan a los niños a ganar fortaleza interior. Aprenden a realizar las ideas que tienen y enfrentarse al futuro con esperanza y sin frustraciones. Mediante el arte, desarrollan capacidades sociales, de escucha, etc. “Todo lo que hacemos de pequeños con las manos, en el futuro nos servirá para utilizar el pensamiento y desarrollarlo como adultos”. Así, las actividades sensoriales de las manos y las actividades de motricidad fina, potencian el desarrollo de las capacidades intelectuales. Y cuando más natural y más complejo (usando diversos sentidos al mismo tiempo) sea el estímulo, mejor fluirán los canales cerebrales.